28 de noviembre de 2013

Por salud democrática

La verdad es que en Andalucía nunca nos ha faltado un alguien que dirija los avatares de la Junta desde San Telmo. La monarquía andaluza está fuerte, aún estando integrada por republicanos. Sin embargo, no se puede decir que esa fortaleza haya trascendido a la democracia parlamentaria, ni en Andalucía ni en Madrid.

La salud de una persona se mide por la ausencia de enfermedades. Pero la salud de una democracia se mide por la presencia de partidos políticos. Y quepa aquí un alegato por la gama de colores que tiñen las cámaras autonómicas y nacionales. Sin embargo, la ausencia de candidatos en los principales partidos, merma considerablemente la democracia.

En Andalucía el PSOE no encuentra combatiente en su batalla diaria. Gobierna a placer. Izquierda Unida sufre convaleciente y no se recupera de la decisión de su cabeza de lista de no volver a representar al partido, sin haber sustituto a la vista. Mientras el PP bien parece un pollo sin cabeza, con cantos de barones por las diferentes provincias y con Zoido aguantando el chaparrón sin saber de donde le viene el viento.

Pero en Madrid, en el Congreso, los papeles se tornan. Los populares gobiernan a golpe de timón, con los socialistas intentando vislumbrar la estela que ha dejado el barco. Un gallo para un gallinero que tiene las puertas abiertas y en el que hace tiempo entró el lobo.

Por salud democrática es necesario que los partidos se encabecen por candidatos. Los votantes tenemos derecho conocer a quien potencialmente nos representará o gobernará, a cuestionarle, a ponerlo a prueba. Porque esta una carrera de fondo en la que hace tiempo que sonó el disparo de salida y alguno aún no se ha calzado las botas.

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